Ser humano antes que ciudadano
En una mano humana entran todas las creencias. Foto tomada en el muro de Belén (Cisjordania) en 2008 |
Ayer se celebraba el Día Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino. Ese pueblo que lleva más de 60 años sufriendo la ocupación del Estado Israelí, respaldado por la Comunidad Internacional. Muchas décadas ya cometiendo injusticias al amparo de las diferencias entre la personas que habitan un mismo territorio. Diversidad de creencias sobre la que se asienta el convencimiento de que personas de distintas culturas no pueden compartir espacios. Y esta aparentemente, imposible convivencia justifica el derribo de casas, el levantamiento de muros y el control de los ciudadanos.
Derribar, construir. Derribar, construir. Derribar, construir. |
Suena a farsa el que las personas, por diferentes que sean, no puedan convivir ni dejar vivir. Pero los derribos de casas sin pausa que privan a los palestinos de sus hogares no es ninguna farsa. Ni tampoco lo son los check points que dificultan sus quehaceres diarios. Ni desde luego deben serlo los intereses que mueven esa guerra del desgaste, que dudo venga motivada porque un judío no sea capaz de tomarse un café en la misma barra que un palestino.
"Todos los seres humanos estamos hermanados y nos amamos profundamente, pero ahora no es tiempo para decirlo porque ofende. Todos somos lo mismo, aunque no seamos iguales, y buscamos las mismas cosas", escuché confesar convencida a la cantante Concha Buika en una entrevista. Y esa misma verdad oí decir un sinfín de veces a los palestinos que entrevisté cuando visité Cisjordania hace cuatro años. Porque todos, palestinos o judíos, quieren ver crecer a sus hijos, amar a su mujer, disfrutar de una excursión especial el fin de semana, y tener mucha salud para disfrutar de todo ello.
¿Y, no son éstas, a fin de cuentas, las aspiraciones de todos nosotros vivamos donde vivamos? Seguramente sí. Sólo que en función de donde hayamos nacido tendremos para comer cada día, o no; nuestra casa será motivo de derribos, o no; viviremos en Libertad, o no. Y está claro que el palestino, por el mero hecho de serlo, no puede vivir en Libertad.
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