Atari Gastroteka, más allá de la gastronomía vasca
Abrimos la puerta y lo intuimos: no estamos entrando en un bar más de pintxos de la Parte Vieja de Donostia. Así nos lo anuncia la música, la cálida iluminación, y la estética del local. Los gritos han pasado a ser murmullos; la radio de fondo se ha remplazado por temas pinchados a conciencia; y el blanco neón se ha apagado para que las luces de colores bailen al ritmo de la canción.
La primera singularidad de este lugar es la carta de pintxos. Desde chuleta a la brasa, hasta arroz negro, pasando por una selecta carta de postres entre los que están el helado de Idiazabal o la clásica mamia. Platos propios de un restaurante, que en el Atari Gastroteka se sirven en barra y en miniatura para brindar la oportunidad de probarlo todo.
Como su propio nombre indica, hemos tocado “la puerta a un espacio dedicado a la gastronomía”. Y, como se sobreentiende del apelativo en vasco, una gastronomía de aquí. Pero, más allá del quehacer en la cocina, en esta casa situada frente a la Basílica de Santa María, la cultura vasca se transmite por cada uno de los elementos del local, que cuentan la historia de este pedacito de tierra del Norte.
Al entrar por la puerta de la calle Mayor encontramos a nuestra derecha un mueble de madera construido con vigas de la propia iglesia Santa María, donde se muestran todas las sidras de Guipúzcoa y todos los txakolis de Euskadi. En este txoko se prepara, muy acorde con el marco, el tradicional pintxo de atún, guindillas y anchoas. Y frente a este rincón, una pared elaborada con maderas de antiguas cajas para llevar pescado homenajea a los pescadores.
Los arrantzales no son el único guiño a la historia de Donostia. El incendio de la calle 31 de Agosto está también muy presente. Esta vez, en el área del comedor, compuesta por cuatro mesas flanqueadas por vigas, también de la de Santa María, quemadas con soplete para recordar el acontecimiento de 1813. Incluso las cartas, también de madera, siguen el mismo tono de la sala en recuerdo a lo ocurrido hace dos siglos en esa calle que asoma por los ventanales.
Y más allá de Historia, el arte y la música son también ingredientes de este proyecto. Así lo explica el propietario, Asier Arriola, que confiesa que él "venía valorando el Arte de antes, y en este bar tenía que aparecer sin duda". Fundador del antiguo Museo Laia de Zumaia, Arriola quiso poner de manifiesto estos valores en su nuevo negocio, y decoró la sala del Atari con obras pictóricas y escultóricas, y apostó por "darle importancia a la música dentro de la gastronomía".
Y más allá de Historia, el arte y la música son también ingredientes de este proyecto. Así lo explica el propietario, Asier Arriola, que confiesa que él "venía valorando el Arte de antes, y en este bar tenía que aparecer sin duda". Fundador del antiguo Museo Laia de Zumaia, Arriola quiso poner de manifiesto estos valores en su nuevo negocio, y decoró la sala del Atari con obras pictóricas y escultóricas, y apostó por "darle importancia a la música dentro de la gastronomía".
Pintxo de mamia |
Tradición e innovación en la gastronomía vasca
Esta gastroteka abrió sus puertas el 23F del 2010 con el objetivo de ofrecer una gastronomía donde se encontrasen la tradición y lo innovador, y el producto euskaldun con técnicas llegadas de otros lugares. “La idea es servir una gastronomía vasca, algo lógico dada la repercusión de la que goza la gastronomía vasca a nivel internacional, pero hecha con personas de otros sitios. O sea: cocina de aquí hecha por gente de todas partes del mundo”, expone el propietario.
Y esta fórmula culinaria, según explica el propio Arriola, deriva de la filosofía sobre la que se asienta el negocio. "Creo que podemos arrimarnos a otras culturas para que la gente vea que la nuestra no es una cultura cerrada, como suelen tachar de decir, o que no sabe comunicarse con otras. Porque no somos de esa manera, y así lo hemos reflejado en nuestra manera de trabajar".
Esta visión se escenifica en el Atari cada verano. La pasada temporada, se sirvió sushi elaborado por japoneses con pescado del Norte, y el próximo estío se degustará comida escandinava. "Esta iniciativa fue un tema de personas, y empezamos por la gastronomía japonesa porque es muy interesante. Lo pusimos en la barra pequeña del txakoli y las sidras para dar valor a la mezcla de culturas y de las personas. Y cuando estas mezclas se llevan a cabo con un valor espiritual y de amistad enseguida cuaja, porque es una manera de hacer feliz a las personas", apunta el dueño.
De hecho, las personas centran el discurso de este vasco, aún cuando hemos quedado para hablar de gastronomía. Declarándose "muy creyente de las personas", el gerente del Atari manifiesta que, después de dos años al frente de la gastroteka, actualmente la humana es la parte que están trabajando: "Ahora estamos en esa fase: la de ocuparnos del producto, de las personas y del servicio. Está la idea, pero estamos trabajando el carácter cada uno de nosotros, porque necesitamos gente con carácter de conversar y discutir si queremos funcionar con capacidad de trabajo, con lógica, y como equipo".
Y una vez superen esta etapa, el equipo del Atari estará ya listo para desarrollar la siguiente fase: la de crear un Atari Club, que ofrezca cursos, charlas, catas, etc, para que la gente pueda acercarse a conocer y aprender nuevas realidades, no sólo gastronómicas, sino de materias diversas relacionadas con la Cultura. "Con el Atari Club o Atari Family, aún no tenemos el nombre, queremos crear un ambiente rebelde porque creemos en la rebeldía, y no en esquemas marcados. Y queremos que este sea un espacio de reunión para todos esos amigos del Atari, los de aquí y los de allí", declara. De momento, y hasta que ese proyecto cultural esté en marcha, el Atari es ya un espacio donde se difunde Gastronomía, Arte y Música.
Revuelto de hongos |
Esta visión se escenifica en el Atari cada verano. La pasada temporada, se sirvió sushi elaborado por japoneses con pescado del Norte, y el próximo estío se degustará comida escandinava. "Esta iniciativa fue un tema de personas, y empezamos por la gastronomía japonesa porque es muy interesante. Lo pusimos en la barra pequeña del txakoli y las sidras para dar valor a la mezcla de culturas y de las personas. Y cuando estas mezclas se llevan a cabo con un valor espiritual y de amistad enseguida cuaja, porque es una manera de hacer feliz a las personas", apunta el dueño.
De hecho, las personas centran el discurso de este vasco, aún cuando hemos quedado para hablar de gastronomía. Declarándose "muy creyente de las personas", el gerente del Atari manifiesta que, después de dos años al frente de la gastroteka, actualmente la humana es la parte que están trabajando: "Ahora estamos en esa fase: la de ocuparnos del producto, de las personas y del servicio. Está la idea, pero estamos trabajando el carácter cada uno de nosotros, porque necesitamos gente con carácter de conversar y discutir si queremos funcionar con capacidad de trabajo, con lógica, y como equipo".
El rincón del Atari más cercano al puerto de San Sebastián rinde homenaje a los pescadores |
Y una vez superen esta etapa, el equipo del Atari estará ya listo para desarrollar la siguiente fase: la de crear un Atari Club, que ofrezca cursos, charlas, catas, etc, para que la gente pueda acercarse a conocer y aprender nuevas realidades, no sólo gastronómicas, sino de materias diversas relacionadas con la Cultura. "Con el Atari Club o Atari Family, aún no tenemos el nombre, queremos crear un ambiente rebelde porque creemos en la rebeldía, y no en esquemas marcados. Y queremos que este sea un espacio de reunión para todos esos amigos del Atari, los de aquí y los de allí", declara. De momento, y hasta que ese proyecto cultural esté en marcha, el Atari es ya un espacio donde se difunde Gastronomía, Arte y Música.
Curiosidades del bar restaurante Atari
Parrilla de carbón: El Atari Gastroteka es uno de los únicos locales de la Parte Vieja que alberga en su cocina una parrilla de carbón donde asar las carnes y pescados.
Se tardó más en reformar el Atari, que en rehabilitar la Basílica de Santa María: La obra del Atari duró tres años, algo que Asier Arriola califica de "calvario". El local, destinado a la hostelería durante 90 años, necesitaba muchas reformas antes de volver a abrirlo. Y en lo que se adecuó el Atari a las nuevas necesidades de un bar-restaurante, se rehabilitó la iglesia de Santa María.
Madera y clavos de la Basílica Santa María como mobiliario: Las mesas del Atari están elaboradas con antiguas vigas de la iglesia, y los clavos que bajo la barra hacen las veces de percheros también pertenecieron al templo.
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