El espíritu de la Cueva Roja sigue vivo

Javier Hernández, Púa de Oro 2009. Foto: Dani Blanco

130 guitarristas dieron lo mejor de sí mismos; 300 músicos compartieron con ellos escenario durante los recitales; y 24 de los temas interpretados por ellos se grabaron en directo para reunirlos en un doble CD. Estos son los ingredientes del que fuera el primer concurso de guitarristas de Donostia: la "Púa de Oro Leize Gorria", que nació en San Sebastián de mano de la familia Biurrun en el año 2008. Y también las razones por las que este jueves diversas bandas, DJs y, por supuesto, guitarristas, se reúnen en Gaztezsena para celebrar el éxito de las tres primeras ediciones del concurso de la eléctrica. Y, más allá de una celebración, esta fiesta es también un reclamo a la expresión artística para la edición del 2012.  

"Este evento es la antesala de la cuarta edición de la Urrezko Púa, pero sobre todo un premio que teníamos en deuda desde hace tres años con los participantes de las ediciones anteriores. Porque teníamos pendiente la grabación de un doble CD que recopilase las actuaciones de los finalistas. Y queríamos presentar a estos 28 guitarristas con fuerza, de ahí una noche de conciertos en Gazteszena", explica Martín, progenitor de la familia Biurrun.

La Púa de Oro se concibió con la intención de animar a los músicos más tímidos a preparar una canción y presentarla en público. Nacía también para darles esa oportunidad de que su música viese la luz. Y, cómo no, pretendía ofrecerles una cierta promoción. Pero, la intención de fondo era, según confiesan los Biurrun, la de medir el número de guitarristas en la ciudad y sus ganas de expresarse. El primer año no acudieron a la llamada más de 30 personas, el segundo se sumaron diez más y el año pasado eran ya 60 los guitarristas con ganas de compartir su Arte con la audiencia.   

James Morris, participante de la primera edición de la Púa de Oro

Esta inquietud por ser testigos de los acordes de los guitarristas, les surgía a los fundadores del Leize Gorria al no entender como habiendo un gran número de conservatorios en la ciudad, había tan poca presencia de los alumnos. "Sumando Musikene, el Conservatorio Municipal, la escuela Biurrun", dice Martín en alusión a la que dirige su padre en Amara, "y otras cuantas, habrá más de unos 1000 músicos matriculados en Donosti cada curso, y, ¿dónde los vemos?", se pregunta. El padre comparte esta opinión y lamenta esta situación que califica de "dramática" porque "en Donostia se forma a muchos profesionales para que se vayan a hacer música a otra parte." "Y, está bien que irse fuera sea una opción, pero desde luego no puede ser una imposición derivada de que la ciudad no les brinda posibilidades de expresarse", sentencia.


Dinamizar espacios para que los músicos se expresen fue siempre la bandera de la Cueva Roja: ese local que acogió más de 500 conciertos durante los cinco años que estuvo abierto combinando jam sessions con bolos de bandas locales. Y, aunque hace ya varios meses que el bar bajó la persiana, los Biurrun, y cuantos compartieron con ellos notas en el Leize, siguen con ganas de mantener el espíritu del bar. Un espíritu que se ha organizado en la Asociación Cultural Leize Gorria. 


"A raíz del dolor que nos mostró la gente que solía acudir al Leize por el cierre del bar, surgió la idea de crear esta asociación  bajo el lema Leize Gorria somos todos y la música está para cambiar el mundo",  explica un Martín aún guerrero. "Porque hay mucho arte y muchas ganas aún. Así que, vamos a pelear con esa idea", añade.  A juzgar por el discurso de la familia uruguaya, ese clásico espíritu suyo de abrir nuevos canales de expresión en Donostia que les llevó a regentar el Leize sigue vivo. Y, el programa del próximo jueves es prueba de ello. 

Martín Biurrun inmortalizando melodías rojas




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