Los brillantes de El Columpio Asesino brillan auténticos en Donosti

Los de Pamplona  lograron la ovación de un familiar público que cantó con ellos cada uno los temas interpretados



Eléctricos, nocturnos, terrenales, melódicos, buscadores, entregados, y atrevidos. Pero sobretodo brillantes, como los diamantes que nos presentaron el viernes por la noche en el Centro Cultural de Intxaurrondo. Así se mostraron los de El Columpio Asesino en San Sebastián, durante un bolo en el que rescataron las perlas más premiadas de su repertorio, y el público se hizo un collar de alegría con ellas. 

La audiencia acudió a la cita conocedora de cada uno de los temas interpretados por el grupo de Pamplona y con ganas de perder el control al son de su música. Y es que es difícil no hacerlo cuando los propios artistas son los primeros en salirse de sí mismos para comunicar una obra íntima y desgarradora, con el corazón puesto en esas guitarras, bajo, batería, voces y teclado que manejan con semejante maestría.





La propuesta de este quinteto es diferente y rompedora. Un batería en primer plano del escenario cantando los temas a la vez que se dedica al bombo; dos guitarristas amigos de la distorsión cuyos punteos tocan algo más que las cuerdas: un bajista cuyo ritmo marca grave la melodía del resto; y un músico que se sirve igual del teclado, que de la trompeta, la pandereta, o la electrónica para potenciar el sonido creado por los otros cuatro.













Ellos son Álvaro, Raúl, Iñigo, Cristina, y Daniel, y acumulan ya cuatro discos a sus espaldas. No ellos cinco, sino El Columpio Asesino. Porque desde que la banda naciese en el 99 han desfilado casi una decena de músicos por la formación; dos de los cuales, los hermanos Arizaleta (batería y guitarra) se han mantenido siempre al pie del balanceo. La gira de presentación de su último trabajo es la que les trajo a San Sebastián el pasado viernes, pero los más míticos temas de La Gallina o De mi Sangre a tus cuchillas también subieron al escenario para deleite de un público, que no hubiese perdonado marchar a casa sin aullar esos temas preferidos suyos. 













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