Deybis Rodríguez Medina, o de cómo su pasión por el café le cambió la vida
Su amor por el café le ha llevado muy lejos. Se inició en la disciplina de los baristas en 2015 en su país natal, Nicaragua. Entre libros, mentores y cafeteras, aprendió todos los trucos necesario para elevar la segunda bebida más consumida del mundo a un nivel superior, y tres años después de iniciarse en el arte de preparar un buen café, se convirtió en el mejor barista de su país. Hoy, podemos encontrarlo a cargo de la cafetera del Kafé Kantoi de la Calle Mayor de San Sebastián. La historia de cómo Deybis Rodríguez Medina llegó a Donostia da para más que para un cortado. Varias tazas harán falta para entender cómo a este nica le cerraron las puertas de su país por criticar públicamente el Gobierno de Daniel Ortega cuando participaba en el Concurso Mundial de Baristas, celebrado en Ámsterdam en 2018; y cómo encontró asilo político en España, donde sigue desarrollando su carrera como barista.
La calidad del café que preparan en Kafé Kantoi es bien conocida en la Parte Vieja de San Sebastián. Los vecinos ya saben que el café más rico del barrio se prepara en la pequeña cafetería que hace esquina entre la Calle Mayor y Fermín Calbetón. Las razones de que los mejores expresos se sirvan ahí son dos: primero, la calidad de la materia prima, cortesía de Cafés Aitona; y segundo, el buen hacer de quienes manejan la cafetera, el experto barista nicaragüense Deybis Rodríguez Medina, entre ellos.
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Deybis Rodríguez Medina en la puerta de Kantoi |
- ¿Así que barista profesional? ¿Cómo te iniciaste en esta profesión?
El arte de hacer un buen café me viene de lejos. Participé por primera vez en el concurso nacional de baristas de Nicaragua en el año 2016, y quedé segundo; y en 2018 volví a presentarme. Entonces trabajaba en un hotel, y mis compañeros se reían de mí porque decían que el café de un hotel no es su fuerte. El hotel vive de vender habitaciones y comida, no café. Entonces trabajaba de seis a dos, y de ahí me iba a la empresa que me patrocinaba para entrenar. Era la compañía Café las Marías: son productores de café, y tienen una cafetería. Todo el proceso queda en sus manos: siembran, secan, tuestan y lo sirven. Eso me encanta, que todo lo hagan ellos.
Así que con su apoyo y sus lecciones, volví a presentarme en marzo 2018 al campeonato nacional de baristas de Nicaragua, y gané. Era el mejor barista de mi país, y por lo tanto su representante para el mundial.
- Menuda alegría, ¿no?
- En parte, porque la felicidad no duró mucho. En abril de aquel año comenzaron las protestas contra el nuevo decreto de la Seguridad Social. El Gobierno quería poner impuesto por la SS a los mayores, incrementando su precio; y la gente salió a la calle a protestar por el incremento. Según comenzaron las protestas el 18 de abril, cayó el primer muerto, matado por un oficial de policía. Los muertos durante las protestas fueron incrementando, y el país se conmocionó. Se estaba matando a los jóvenes que participaban en las manifestaciones.
Así que el 31 de mayo, las madres de esos asesinados salieron a protestar con las fotos de sus hijos, y la policía intentó frenar estas manifestaciones. La tensión en el país crecía, y llegó un momento en que no podía desplazarme hasta mi lugar de entrenamiento. Estaba preocupado por no saber si podría viajar al mundial llegado el momento. Entonces me llamó la Asociación de Café Especiales de Nicaragua (ACEN), para decirme que no podían correr con los gastos de mi viaje, dada la situación.
- Y aún así acabaste participando. ¿Cómo lo conseguiste?
- Apareció un ángel. De hecho en esta historia que me ha traído hasta Donostia me han ayudado varios. El primero de ellos fue un cliente asiático del hotel. Me preguntó si iba a acudir al mundial de baristas, y al decirle que no y explicarle las razones, me dijo que él se encargaría de hacer mi sueño posible. Apenas lo conocía, y a los dos días de aquella conversación yo ya tenía los pasajes a Europa, una habitación en Amsterdam para hospedarme durante la competición, e incluso algo de dinero de bolsillo. Increíble, pero cierto. Curiosamente no he vuelto a saber nada de aquel hombre...
- Así que tenías vía libre para Holanda. ¿Qué ocurrió allí para que no pudieses volver a casa?
- Pues para cuando se celebró el mundial, el país estaba ya en plena crisis. Al salir del país un agente me preguntó dónde iba y para qué. Yo le contesté orgulloso que iba a Holanda a representar a mi país, llevaba conmigo nuestra bandera, en el concurso mundial de baristas. Él ya me advirtió de que todo lo que dijese sobre mi país en el exterior podría ser usado en mi contra. Pero cuando me entrevistó Voz TV, un canal nicaragüense, por mi clasificación en la fase de grupo (fui el único latino en clasificarme), olvidé la recomendación del agente y dediqué el premio a todo los jóvenes de mi país, y a esas madres nicaragüenses que habían perdido a sus hijos durante la crisis socioeconómica. No me salió decir otra cosa: tenía a las víctimas muy presentes. Aquellas declaraciones, evidentemente, no sentaron muy bien, y rápidamente me asusté, consciente de lo que había hecho. Me informaron de que las puertas de mi país estaban cerradas para mí, y apareció mi segundo ángel, que me ayudó a llegar a España y me puso en contacto con el tercer ángel.
- Muchos ángeles cuidándote en esta historia...
- Ya te decía que he contado para esta travesía con el apoyo desinteresado de varias personas que me han ayudado mucho, aún sin apenas conocerme. El tercer ángel era una nicaragüense, la Señora Lidia, que llevaba 35 años viviendo en un pueblo de Castilla y León, y me acogió en su casa a cambio de trabajar en su restaurante. Esta mujer tiene mucho que ver con que yo siga aquí porque me animó con fuerza a empezar una vida nueva. Pero un pueblo de 1.000 habitantes no era para mí, así que me fui a Madrid, pasé un meses muy difíciles sin papeles, ni trabajo, ni dinero, y al recurrir a una ONG en busca de ayuda, esta organización me trasladó a Tolosa, donde estuve estudiando restauración.
Me mandaron entonces a hacer las prácticas a un restaurante de San Sebastián. Entré como camarero con el objetivo de darme a conocer y de aprender. Y allí el dueño del restaurante supo que era barista. Él me animó al decirme que tendría un gran abanico de oportunidades, porque España es un país donde se consume mucho café, pero no se exige una buena calidad en la preparación. Además, él formaba a personal sobre cómo usar las cafeteras y preparar buenos cafés para Cafés Aitona. Tuvo la generosidad de invitarme a ir con él a esta formación, y participar como profesor.
Durante el curso me conocieron los dueños de Cafés Aitona, y al conocer mi historia, por un lado les interesó mi perfil y por otro les conmovió mi trayectoria personal. Ellos me pusieron en contacto con el dueño de Kantoi, y actualmente me esfuerzo por preparar los mejores cafés a quienes se acercan a tomarlo con nosotros, y formó a clientes de Cafés Aitona.
- Qué bueno. Entrañable historia la tuya. ¿Nos pondrás otro Flat-White? ¿Este para llevar?
- Por supuesto. Marchando.
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