Iruña Re-Read, un paraíso para los buscadores de historias con tiempo
La niña deposita la lectura elegida sobre el mostrador. "Nos tenemos que cambiar de biblioteca, porque la nuestra se la ha ventilado ya", explica su madre. La pequeña, de unos diez años, ha acudido a la sección infantil de Iruña Re- Read a reponer existencias. Un libro a 3 euros, dos tomos a 5, y cinco a cambio de un billete de 10. ¿Una propuesta atractiva para cualquier lector voraz? Desde luego. Salvado el préstamo, no suelen encontrarse historias a tan bajo precio. Pero la fórmula no sólo es válida para devoradores de relatos, también es un caramelo para los aficionados al shopping, capaces de saciar sus ansias compradoras sin notar resentida su cartera.
Iruña Re- Read es una librería low cost situada en la calle Zapatería de Pamplona. Abrió sus puertas el verano de 2015, y allí las navarras Sole Artola y Nuria Rodriguez venden libros ya leídos por algunos a otros lectores en busca de nuevos mundos. Ficción, arte, ensayos, historia, relatos cortos o filosofía habitan las estanterías de este local abovedado del casco antiguo de la capital foral. Los más demandados: El Principito, Momo y 1984.
Nuria Rodriguez, con los libros más solicitados de Iruña Re- Read |
Libros de segunda mano
Las propietarias del local tomaron la idea de venta de libros de segunda mano de unos libreros de Barcelona. Los catalanes habían visto mermado su negocio en los últimos tiempos, y decidieron renovar su negocio convencional para no morir. Fruto del bajón en el sector editorial tradicional, comenzaron a comprar libros en buen estado de segunda mano y a re venderlos a un precio atractivo en un espacio dedicado a tal fin en su librería. La innovación funcionó, así que dieron portazo a la venta de ediciones nuevas y desarrollaron un sistema de franquicia, al que las de Navarra se sumaron hace algo más de un año.
Los compran a 20 céntimos y los venden a tres euros. Sobre el criterio de compra Nuria explica que "al principio colaban más cosas, pero ahora no". "Hay que tener en cuenta que hay veces que a ti un libro te parece una maravilla, pero al resto de la humanidad no, así que ése no nos vale. Código Da Vinci, por ejemplo, nos traen uno cada semana, pero no se vende uno cada semana, así que no podemos comprarlo cada vez que nos lo traen", apunta Nuria.
Los vendedores suelen llevar hasta allí sus tomos, pero si son muchos, las responsables van a sus casas a recogerlos. Garantizan así la llegada de libros diaria. La valoración es "muy buena, porque no se han dejado de mover los libros desde el principio: la entrada y salida de libros es constante". Pero al margen de la bonanza del negocio, lo más apreciado por la propietarias es el tipo de vida que les proporciona la tienda. "Es un trabajo bonito, no hay estrés, nos organizamos nosotras y eso lleva a que tengamos una calidad de vida que no se paga con dinero", confiesa.
Es un miércoles pasadas las siete de la tarde y el local no deja de recibir curiosos. Atienden a personas de todas las nacionalidades, edades y género, aunque el más común sería un hombre, jubilado, o cerca de jubilarse, que pasa casi todos los días buscando cosas descatalogadas. No obstante, según reconoce Nuria, todos tienen un denominador común: son "gente con tiempo".
Para esos buscadores con tiempo, se celebra actualmente una exposición de la ilustradora Concha Martínez, dedicada a una serie de mujeres lectoras.
Los vendedores suelen llevar hasta allí sus tomos, pero si son muchos, las responsables van a sus casas a recogerlos. Garantizan así la llegada de libros diaria. La valoración es "muy buena, porque no se han dejado de mover los libros desde el principio: la entrada y salida de libros es constante". Pero al margen de la bonanza del negocio, lo más apreciado por la propietarias es el tipo de vida que les proporciona la tienda. "Es un trabajo bonito, no hay estrés, nos organizamos nosotras y eso lleva a que tengamos una calidad de vida que no se paga con dinero", confiesa.
Es un miércoles pasadas las siete de la tarde y el local no deja de recibir curiosos. Atienden a personas de todas las nacionalidades, edades y género, aunque el más común sería un hombre, jubilado, o cerca de jubilarse, que pasa casi todos los días buscando cosas descatalogadas. No obstante, según reconoce Nuria, todos tienen un denominador común: son "gente con tiempo".
Para esos buscadores con tiempo, se celebra actualmente una exposición de la ilustradora Concha Martínez, dedicada a una serie de mujeres lectoras.
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