Brighton es un destino archi recomendado. Si preguntas a cualquiera en Londres por un lugar donde desconectar, divertirse, disfrutar de la playa y huir del asfixiante calor veraniego londinense, la gran mayoría mencionará esta
ciudad del Sur de Inglaterra. De rápido acceso desde la capital, una hora en tren desde London Bridge, ésta es la localidad más socorrida para
escapadas de fin de semana con olor a vacaciones.
"Un sitio con mucho ambiente, repleto de bares y restaurantes donde alternar, con una amplia oferta nocturna y una fantástica playa donde relajarse durante el día", explicarán quienes la frecuentan. Y si está llena de vida un día entre semana de marzo, no me cabe duda de que en verano será tal cual la describen. Pero más allá de sus virtudes más aclamadas, lo más curioso del lugar sea seguramente
el modo tan natural en que arte y cultura se mezclan con los habituales atractivos de un destino playero.
Oferta cultural de Brighton
Desde mi llegada entiendo que el sonido de las gaviotas y las olas no es lo único que Brighton me puede ofrecer. Así lo indica el amplio abanico de revistas gratuitas flaqueando la salida de la estación de tren donde se anuncian los
diversos festivales por venir y la oferta cultural de los próximos meses. Conciertos, exposiciones, obras de teatro, danza.
Sin necesidad de acudir a ninguna de estas citas, un mero paseo por el mítico
Cultural Quarter y North Lane, o incluso por el borde del mar, es suficiente para tomarle el pulso al carácter artístico de la cuidad. Tiendas de instrumentos, teatros, músicos callejeros, grafitis, galerías, cuadros en los soportales de la playa o cines se alternan con cafeterías con encanto, puestos callejeros dispuestos a modo de mercadillo, tiendas de productos orgánicos, boutiques de moda, pubs, y restaurantes japoneses, italianos o mexicanos, entre otros.
Encantos urbanos y marítimos se dan la mano en las pintorescas calles de Brighton. Porque a los típicos vicios de un día de playa, ya sean unas cervezas post baño, una siesta bajo el sol, la compra de un nuevo collar que lucir sobre el moreno, o una copiosa cena con vino en alguna terraza, se suman la majestuosidad del edificio del
Royal Pavillion, la programación de los distintos festivales, los tesoros colocados en las estanterías de las numerosas librerías o la variedad de proyecciones cinematográficas. ¿Carácter cultural o simplemente estilo británico?
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