Aranda de Duero: una localidad capaz de convertir un festival corriente en un evento extraordinario
Un cartel que reúne a grandes bandas cuyas actuaciones se suceden en un mismo recinto, en diferentes escenarios, durante varias noches seguidas, y reclamo para miles de personas, melómanos y no tanto, son las características corrientes de un festival de música. El Sonorama Ribera goza de todas ellas, pero la localidad de Aranda del Duero, sus acogedores habitantes, sus divertidas txarangas, y la adaptación de sus plazas y calles en escenarios efímeros, lo convierten en un evento extraordinario.
Si en cualquier festival el mayor reclamo pasa por el escenario principal, en el de Aranda del Duero la atracción más valorada se encuentra en las calles del pueblo. Porque abandonar la zona de acampada empieza siendo sinónimo de búsqueda de un café despertador acompañado de algo para desayunar en algún bar donde poder cargar el móvil, y la incursión a Aranda acaba siendo lo más divertido de la jornada.
Sales en busca de algún sitio donde comer para reponer fuerzas, y acabas entregándolas todas en los conciertos de la Plaza del Trigo, en la pinchada de la Plaza del Buen Rollo, en los bailes junto al autobús de Redbull o en las carcajadas con los vecinos y otros compañeros festivaleros. Sabías de antemano que a partir de la una del mediodía habría bandas actuando en la Plaza del Trigo que no te querías perder, pero no suponías que acabarías entregada a bailar los temas de esa txaranga ovacionada al grito de "Escenario Principal" mientras disfrutabas del marianito del aperitivo.
Pinchada desde el autobús de Redbull ambientando la Plaza de la Sal. FOTO: Andrea y su inseparable iphone. |
Tampoco te olías que, aún cuando el objetivo principal era pegarse un homenaje gastronómico arandino para reponer fuerzas, acabarías comiéndote un bocadillo de jamón (exquisito, eso sí), a saltos, empujado por tragos de cerveza en la Plaza del Buen Rollo mientas bailas temas de Los Planetas, The Black Keys o Two Door Cinema Club, porque, en el Sonorama-Ribera, los minutos desocupados y sin música escasean.
Y desde luego, ni de lejos soñabas con pegarte el gustazo de disfrutar de un bolazo de los Second en la Plaza del Trigo, durante el que que niños, abuelos, festivaleros y arandinos gritasen todos a una bajo un sol abrasador eso de "...todo el Universo..." al regalar los de Murcia su más querido Rincón Exquisito a la audiencia.
El de Burgos es un festival donde es muy fácil dejarse llevar por el buen rollo colectivo e intercambiar sonrisas y bromas con todo el que te cruzas. Porque mientras en otros festivales masificados los asistentes pelean por adelantarse en la cola del baño, en las filas del concierto o en la espera de la barra, en el de Aranda del Duero, al estar el centro de la localidad y el camping dispuesto para el deleite de los amantes de la música y la fiesta, los asistentes sólo pueden entregarse a cuantas sorpresas le tienen preparadas y a disfrutarlas cuando las descubren.
Temazos sonando sin pausa desde la una del mediodía en cada esquina; personas con ganas de compartir bailes y risas en todo momento; hosteleros rápidos y amables saciando la sed alcohólica y el hambre de los visitantes; y personal de limpieza dispuesto a apagar el calor a cañonazo de manguera cuando más calienta el sol.
Con todo esto, cuando aún estás brincando a ritmo de remezclas electrónicas en la Plaza de la Sal, caes en la cuenta de que ya llegas tarde para asistir a esos conciertos que te han traído hasta Aranda y te asombras. "Después de un día así, ¿aún me queda lo que más me apetecía?", te preguntarás. Pero es que sí, aún te quedan esas maravillosas bandas con cuyas actuaciones llevas soñando las últimas semanas. Y es que así es el Sonorama-Ribera, un festival que te acabará regalando mucho más de lo que estabas esperando.
Y desde luego, ni de lejos soñabas con pegarte el gustazo de disfrutar de un bolazo de los Second en la Plaza del Trigo, durante el que que niños, abuelos, festivaleros y arandinos gritasen todos a una bajo un sol abrasador eso de "...todo el Universo..." al regalar los de Murcia su más querido Rincón Exquisito a la audiencia.
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Concierto de Second en la Plaza del Trigo. FOTO: Sonorama-Ribera |
El de Burgos es un festival donde es muy fácil dejarse llevar por el buen rollo colectivo e intercambiar sonrisas y bromas con todo el que te cruzas. Porque mientras en otros festivales masificados los asistentes pelean por adelantarse en la cola del baño, en las filas del concierto o en la espera de la barra, en el de Aranda del Duero, al estar el centro de la localidad y el camping dispuesto para el deleite de los amantes de la música y la fiesta, los asistentes sólo pueden entregarse a cuantas sorpresas le tienen preparadas y a disfrutarlas cuando las descubren.
Temazos sonando sin pausa desde la una del mediodía en cada esquina; personas con ganas de compartir bailes y risas en todo momento; hosteleros rápidos y amables saciando la sed alcohólica y el hambre de los visitantes; y personal de limpieza dispuesto a apagar el calor a cañonazo de manguera cuando más calienta el sol.
Con todo esto, cuando aún estás brincando a ritmo de remezclas electrónicas en la Plaza de la Sal, caes en la cuenta de que ya llegas tarde para asistir a esos conciertos que te han traído hasta Aranda y te asombras. "Después de un día así, ¿aún me queda lo que más me apetecía?", te preguntarás. Pero es que sí, aún te quedan esas maravillosas bandas con cuyas actuaciones llevas soñando las últimas semanas. Y es que así es el Sonorama-Ribera, un festival que te acabará regalando mucho más de lo que estabas esperando.
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El bolazo de Belako el sábado por la tarde, cuando el sol quería esconderse y luchaba por teñirlo todo de naranja. La banda de Mungia y su repertorio tienen un poder envolvente como pocos y, en esta ocasión, fueron capaces de explotarnos ese bajo, ese batería, ese guitarra, y esos teclados y voces en lo más profundo del corazón tomándonos piernas, cabeza, voz y mente, y hacernos perder el control durante los 50 minutos que duró su concierto para inaugurar el Escenario Principal la última jornada. Fue corto, pero fue El Concierto.
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Haber compartido varios marianitos y pintxos con unos abuelos arandinos mientras bailábamos juntos los contemporáneos temas interpretados por una txaranga con una gracia sin precedentes. Y, sobre todo, que al ver que los mayores llevaban las pulseras del festival, y al preguntarles si es que estaban asistiendo por las noches al recinto, una de ellas, sorprendida, me contestase: "Claro que estamos yendo. ¿Tú también o qué?" Atónita.
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León Benavente interpretando de Ser Brigada y todo el público dejándose la voz y las caderas con la banda y Cris de El Columpio Asesino. "Se escuchaba del Sonorama, al Cielo."
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León Benavente y Cris de El Columpio Asesino interpretando "Ser Brigada" |
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La actuación sorpresa de Second el sábado al mediodía en la Plaza del Trigo y descrubrir cómo durante el aperitivo tardío se mezclaban generaciones varias contentas, todas ellas, de bailar y cantar los enérgicos temas de la banda.
Plaza del Trigo durante el concierto de Second. FOTO: Andrea y su inseparable iphone |
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La pinchada en la Plaza del Buen Rollo el sábado a la tarde, donde había hasta un trozo a la sombra desde donde regalarse entre saltos. Las mezclas no valían nada, pero los temas elegidos por el pinchadiscos eran clásicos indies y rockeros divertidísimos.
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