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Mostrando entradas de 2024

Mamia: un antes y un después

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Imagina la gastronomía vasca como un ser vivo. Como un ente en movimiento, uno MUY poderoso, que influye en la vida de todo el que le rodea.  Está esta persona, como nosotros, compuesta por un sinfín de elementos diferentes.  Piernas, cerebro, órganos vitales, pulmones, OJOS. Muchas partes interconectadas que conforman un todo único. Un conjunto virtuoso, complejo con mil matices, capaz de un sinfín de talentos que proyecta sobre todo a su alrededor. Es, por su fuerte personalidad y sus brillantes capacidades, un ser necesario, querido, y admirado. Como ese miembro de la familia, o ese amigo, sin el que no podemos pasarnos. Sin el que no hubiésemos superado un determinado obstáculo; sin cuyo apoyo no hubiésemos alcanzado nuestro más profundo anhelo; sin cuyo cariño vivir sería posible, sí, pero también una experiencia mucho más pobre, cruda.  Tales son las virtudes de este ser vivo que se ha estudiado su comportamiento hasta la saciedad. Para entender cómo es capaz de ta...

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“No vuela quien tiene alas,  sino quien tiene un cielo” Isla , Elvira Sastre Intenta acomodarse en el sofá, pero no encuentra postura. Los últimos rayos de sol de la tarde se cue lapor las persianas del salón, y dibujan en la pared un mosaico de luces y sombras rectangulares. Se escurre por el respaldo, levanta las piernas sobre la mesita, y le tira bajo el muslo. Pensaba que el mórbido sillón se apiadaría de ella, pero no es así. Ahí sentada también duele, aunque el calor de hogar mitiga su pesar. El frigorífico emite un sonido y rompe el silencio de la pieza. Esboza una sonrisa al escuchar el motor del refrigerador. ¡Ya está en casa!  Le urgía tanto volver al hogar. A un frigorífico repleto de comida, a vestirse cómoda sin necesidad de estar presentable para nadie, al sigilo, a unos armarios cuyo contenido conoce al dedillo, a un baño cuyo encerramiento le pertenece. ¡Su baño! Poder sentarse en la taza del váter cuanto rato necesite, abrir la puerta tras la ducha para que s...

El por qué de mis mentiras

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No imaginé que aquel cambio de turno en el trabajo me devolvería al punto de partida. ¿Cómo pensar que aquel empleo que me había conseguido mi madre para poner punto final a mi vida delictiva, acabaría siendo el catalizador de mi vuelta al mundo de los engaños? Venta de droga, robos, y falsificación de documentos y de dinero.  Esta última fue mi perdición. No la falsificación en sí, sino cómo gasté los billetes falsos. Un Mercedes Clase G, un Rolex Daytona, y la hipoteca de mi madre, en una mañana. Así, sin pestañear. Se me fue de las manos. Tenía 25 años, demasiada ambición, y escasa cabeza. Me vine arriba y ni sopesé que fuese mucho gasto para un joven en paro. Me pillaron, me detuvieron, me juzgaron, y me encarcelaron. ¡Cinco años! Un cuarto de mi juventud entre cuatro paredes.  Aprendí la lección. Nunca más, me prometí al estar de nuevo en libertad. A mí mismo, pero sobre todo a mi madre . La encontré tan gastada a mi salida, que juré no separarme de ella ni a sol ni a som...